
Hoy desde El Calafate planteamos con claridad un desafío que no puede seguir esperando, Santa Cruz es una provincia con recursos inmensos, pero todavía no se tradujeron en la prosperidad que nuestra gente necesita y merece.
Durante muchos años la riqueza generada por la minería y por otras actividades extractivas dejó poco para la sociedad. Eso tiene que cambiar. Porque los recursos son finitos, no se renuevan, y lo que hoy no se transforma en trabajo y desarrollo, mañana será una oportunidad perdida.
Por eso marcamos con firmeza cuáles deben ser las prioridades:
Valor agregado: cada recurso extraído debe generar más producción local y más oportunidades.
Empresas santacruceñas fuertes: con capacidad de crecer y ser protagonistas en los yacimientos mineros.
Arraigo de los trabajadores: exigimos que quienes desarrollan la actividad vivan en Santa Cruz, porque cada empleo tiene que significar arraigo, comunidad y crecimiento.
Responsabilidad y madurez política: necesitamos dirigentes capaces de dialogar, de alcanzar consensos y de pensar en la provincia más allá de los intereses personales o partidarios.
No podemos seguir repitiendo los errores del pasado. El ejemplo de lo que ocurrió con la actividad hidrocarburífera convencional nos enseña que si no se planifica, si no se diversifica y si no se piensa en el día después, los recursos se agotan y las comunidades quedan en el abandono.
Santa Cruz tiene un potencial único en la Argentina. Pero para que ese potencial se convierta en progreso real necesitamos más inversión, más compromiso y más respeto por nuestra gente.
La receta es clara y está al alcance; educación, trabajo y producción. Ese es el camino que recorrieron las naciones más fuertes del mundo, y es también el camino que debemos transitar los santacruceños.
El recurso es nuestro, pero también la responsabilidad. Tenemos la obligación de transformarlo en oportunidades, en empleo genuino, en desarrollo sustentable y en futuro para cada familia de nuestra provincia.